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-299- Y ante todo, oh joven misionero, durante el tiempo de tu aprendizaje misional, no empeñes tu apostolado .en causas, cuestiones y litigios, que no pertenecen pro– piamente a tu ministerio, como son los que se refieren a límites de tierras, a matrimonios, a herencias, a di– visiones de partidos, etc... El intervenir en semejantes -cosas y el presentarse a las autoridades, para interesar– las en tu nombre, te está prohibido durante ese tiempo por muchas razones y debes en absoluto evitarlo si es que aprecias en algo tu prestigio, tu misión y el honor de tu ministerio. Los pueblos bárbaros y semi-civilizados carecen de leyes concretas y precisas; de aquí es que entre ellos el capricho, la fuerza, el soborno, la corrupción y el dinero son los que tienen fuerza de ley y nosotros poco acostumbrados a esas cosas, nos sentimos movidos, co– mo Don Quijote, a tomar la defensa del débil, del opri– mido, de la viuda, del huérfano, levantándonos frente a los opresores, ya sean personas privadas o constituidas en autoridad. No ha de ser así, mi querido hermano. Jesucristo, nuestro divino Maestro, tomó la defensa de los humil– des, pero no llevó nunca sus razones y sus derechos an– te íos magistrados y mucho menos ante los tribunales, sino que nos enseñó con sus palabras y ejemplos todo lo contrario. Por eso, si ;en 'alguna circunstancia ;:se pusiera en litigio el bien de los cristianos o el buen nombre de la religión, lleva el asunto a tus Superiores o al que esté encargado por ellos, para tratar esta clase de negocios. Cuando tengas más experiencia conocerás la im-
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