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-291 - que interese nuestra predicación a los oyentes es prepa– rar bien las ideas cada vez que hemos de predicar, pero no siempre está esto en nuestra mano y si quisiéramos ponerlo en práctica con todo rigor, llegaríamos a no po– der predicar sino en ocasiones solemnes y tras largos días de preparación. Mas si tenemos cuidado de alimen– tar y ensanchar nuestros conocimientos con lecturas es– cogidas, evitaremos el agotarnos, tendremos siempre algo nuevo e interesante qué decir a nuestros cristianos y los obligaremos a escucharnos, atraídos por ese delei– te natural, que todos:sentimos al oir cosas nuevas y bien dichas. Además es de muy buenos resultados el meditar una media hora antes sobre las verdades, que pensamos exponer, pues es muy grande la fuerza persuasiva, que se saca de esa meditación y se evita al mismo tiempo el peligro de hablar por hablar, sin provecho alguno de los oyentes. En las almas de vida interior basta de or– dinario esta pr~paración inmediata,~porque de lo demás se encarga la gracia, comunicándoles esa facilidad de ideas y unción de palabras, que suele :ser la caracterís– tica de tales almas. Por lo tanto prepara cuidadosamente tu predica– ción, tanto dominical, como de circunstancias, así como las explicaciones del Evangelio y del catecismo y en general todo lo que suele ocurrir en el transcurso de la semana. Sólo entonces tendrás derecho a abandonarte confiado en brazos de la gracia, que el Señor no te ha de negar, puesto que se trata de una gracia de estado. Algunos por no haber sabido vencerse desde el princi– pio, llegaron hasta a perder la libertad de hablar en pú– blico sin haber aprendido antes de memoria su lección
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