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-284 - Tales son a grandes rasgos los efectos del opti– mismo. Basta consultar la historia de las misiones y aun observar lo que todos los días pasa alrededor nuestro, para convencernos de que sólo los optimistas, sólo los apasionados en el verdadero sentido de la palabra, son capaces de tener iniciativas propias, hacer algo positi– vo, producir y agitar ideas, vencer obstáculos, realizar empresas, agrupando en torno suyo, a fuerza de fe y de perseverancia, todos los elementos de éxito y todas las esperanzas del porvenir. El optimismo fortifica la voluntad desarrollando la conciencia del propio poder. Al hablar Virgilio de los marinos, que en una regata quieren adelantarse a fuer– za de remos a otra barca, tiene esta frase expresiva: «possunt quia posse vídentur. » Si el misionero quie– re verdaderamente convertir a los paganos y elevar a los neófitos al sentimiento de lo sobrenatural, es nece– sario que empiece por creer en la posibilidad de hacer– lo, a pesar de los obstáculos y dificultades que se pre– senten. Si queremos llegar a ser una fuerza que irradie y subyugue por todas partes, es necesario estar antes convencidos de que obtendremos la victoria, gracias a la omnipotencia de Dios en cooperación con nuestra in– teligencia, nuestro corazón y nuestros brazos. « Omnia possum in eo qui me confortat.» (Le Bulletin catho– lique de Pekín, n ° 95.J 4. 0 ••••• una tradición de familia.-Además, para el misionero católico el ser optimista es un deber y una

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