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-279- CAPITULO XXX El optimismo del misionero. 1. 0 El optimismo, hijo de la confianza ... -2. 0 Es una virtud.-3. 0 ... una fuerza. -4. 0 ••• una tradición de familia, 1.º El optimismo, hijo de la confianza ... -El verdadero optimismo, que es hijo legítimo de la confian– za en Dios, siempre está de buen l;i.umor, siempre son– ríe, aun cuando la tempestad estalle y haga estragos alrededor. Su Jema es: «In Do.mino con/ido» y se aban– dona con la confianza de un hijo en los brazos materna– les de la divina Providencia, a traves de la cual contem– pla todos los acontecimientos de la vida. El buen misionero se siente siempre optimista y no desesperando de sí, no desespera tampoco de los demás. Sin ser más exigente, ni tenerse tampoco por más hábil que la gracia de Dios, que lo hace todo «fortiter et sua– viter» y que, aun pudiendo impedirlo, permite el mal en el mundo, cree en la realización del bien y en la posi– bilidad de 1a reabilitación del hombre, aunque sea el más degradado. La obstinación no lo desanima, pues tiene fe en la eficacia de la oración. Todo cuanto lee en el Evangelio de Jesucristo y los sucesos que todos

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