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-275- 5.º Un buen consejo que parece extraño: des– confía de las nuevas conversiones.-No quiero sin embargo terminar este capítulo sin decir al nuevo mi– sionero algunas palabras acerca de las nuevas conver– siones, a fin de ponerlo en guardia para cuando-sea ne– cesario. Esto les va a parecer a muchos por lo menos ex~ trafío; porque en efecto ¿no es cierto qué se va a las mi– siones atraido por la consoladora visión de contemplar cómo disminuye el ejército del angel rebelde y se llena por el contrario el redil de Jesucristo? Y entonces ¿qué razón puede haber para no alegrarse y festejar el ha– llazgo de las ovejas perdidas y si no se puede, como en el Evangelio, matar siempre un carnero bien cebado y convidar al banquete a toda la familia cristiana, porqué, al menos, no los hemos de recibir con el corazón y los brazos abiertos, rebosando alegría por todo nuestro ser? He aquí un punto en el cual no siempre están de acuerdo las apreciaciones de los jóvenes y de los vie– jos misioneros. No deja el misionero experimentado de tener él también abiertas de día y de noche las puertas de su casa con 1a esperanza de encontrar de vez en cuando entre los muchos que a ella se acercan, alguna oveja perdida que vuelve al redil, mas no por eso echa enseguida las campanas a vuelo, sino que a modo de inquisidor de otros tiempos, agobia a preguntas al recién venido y a quien lo trae. Se informa de todo, de los mo– tivos que lo inducen a abrazar nuestra santa religión; de si tiene cuestiones pendientes con su familia o algu– na causa sin resolver en los tribunales; si está dispuesto a aprender, en un tiempo prudencial, las oraciones, tan-
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