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- 261 --2 Y después de todo no está bien que exageremos las cosas. Si es cierto que las conversiones son casi siem– pre difíciles y muy raras, no es verdad, que sean impo– sibles. Hay periodos en que se diría que los canales de la gracia permanecen cerrado& para los pobres infieles, pero hay también días de buenas cosechas, de conver– siones en masa o al menos de individuos y familias enteras. 1 as estadísticas misionales de todos los años demuestran que las palabras del Divino Salvador a los Apóstoles: «Posui vos at eatis et fructum afferatis» no son una vana promesa. No te entristezcas, pues, oh hermano-te diré con un gran Apóstol-no te entris– tezcas al ver que no haces en esta tierra todo el bien que deseas, a causa del apego que tiene el pueblo a la idolatría. Haces mucho más de lo que crees, bautizan– do a los recién nacidos. ¡Cuántos niños se hubieran per– dido sin tí! Seguramente que te odia y te aborrece el enemigo de las almas y quisiera verte alejado de aquí, porque una vez ausente, ya no habría más criaturas que entraran en el cielo. «Para inquietar y turbar a los apóstoles de Jesu– cristo acostumbra el demonio presentarles con intención maligna el mucho bien que para gloria de Dios podrían hacer en otra parte y no sería extraño que fuera esta la táctica que usa también contigo. Si él se obstina tanto en causarte disgustos es porque quisiera verte lejos de aquí.» ( Vie ... etc.) No olvides, pues, oh joven misionero, en la hora de tu abatimiento estas hermosas palabras del Após– tol de las Indias. Aunque te parezca que no haces gran cosa, está seguro que tu sola presencia es un grande y
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