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,-253- mucha insistencia que os hagais amar, donde quiera que esteis y a donde quiera que vayais. Portaos de tal modo que por vuestros modales seamos todos amados, pues .así podremos hacer mucho bien.» «Seamos con todos buenos y alegres de rostro; que no haya en él nada de triste ni malhumorado, porque si apareceis cariacontecidos y enojados, muchos dejarán de aprovecharse de vuestro ministerio.» «Sed, pues, siempre afables y benignos. Si repren– <leis, hacedlo siempre en privado de modo que se vea que lo haceis por fuerza y sólo impulsados de su amor.» (« Vie... etc.») Pero no amemos sólamente a aquellos hacia los cuales sentímos alguna simpatía personal. Recuerda, oh joven misionero, que, como Jesucristo, has venido a llamar no a los justos, sino a los pecadores y estos no faltan ni aun en los países de infieles. Hay en ellos de– sobedientes, litigiosos, intrigantes, que destruyen con sus palabras y su conducta, lo que con tanto trabajo edifican los otros. Pues bien, «por grandes que te pa– rezcan sus miserias, no desmayes. Considera que Dios, a quien ofenden con pecados tan graves, no los mata ni aniquila, como podría hacerlo; pero ni siquiera permite que les falte lo que necesitan para la vida.» «Piensa que si hoy son malos, tal vez mañana se– rán buenos. De todot, modos, cuando no puedas sacar de ellos todo lo que quieras, conténtate con sacar lo que puedas.>>(« Vie ... etc») Cuando Jesucristo vino al mundo encontró muchas más miserias que tú. Había venido para reparar las ofensas hechas a su Padre y, si.n embargo, no castigó
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