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-250- aprendas y pongas en práctica desde ahora, las reglas de urbanidad y buena crianza, que se observan en el lugar donde estés, sin lo cual pasarías por grosero y tus relaciones oficiales y oficiosas no conseguirían nun– ca el fin que pretendes, que no debe ser otro que hacer– te simpático y accesible a toda clase de personas, para llevarlas a Jesucristo. Si es mejor abundar en visitas y amistades o, por el contrario, si será más conveniente no pasar de la puerta de los grandes, a no ser por necesidad, eso de– pende de las circunstancias en que cada uno se encuen– tra.No leo en parte alguna del Evangelio que d Divino Maestro buscara o ambicionara ninguna amistad éon los grandes de la tierra, aunque muchos de ellos lo hubie– ran tenido como un honor extraordinario; pero tampoco rehusó sentarse a su mesa cuando le invitaron: 1 De he– cho permaneció siempre amigo de los pobres, de los hu– mildes. Sean, pues, éstos tus hijos predilectos que, des– pués de todo, son los que te harán gastar menos tiempo y menos dinero. 4. 0 «Dilige nomines, interfice errores.» Las mismas normas de caridad y buena educación has de guardar en las relaciones que a veces te verás obliga– do a entablar con los jefes de la herejía. Como dijimos al principio, el protestantismo se ha hecho en estos úl– timos tiempos grandemente proselitista y donde quiera que vayas, lo tendrás como vecino enojoso e indesea-
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