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-248- testantes llegan cargados de oro y los hijos de Confucio,. saturados de ciencia, ni los unos, ni los otros, consiguen realizar las conquistas de un misionero católico. En nuestros días ningún Gobierno reconoce oficial– mente la obra del misionero; lo más que se hace es to– lerarla cuando no se la hostiliza abiertamente. De mo– do que toda su fuerza indiscutible es moral y brota de su mortificación y especialmente de su caridad. 3. 0 Honra a la autoridad.-Pero si con todos debes ser bueno y respetuoso, mucho más lo has de ser con las personas constituidas en dignidad, ya que ellas presentan un doble derecho a tu amor y veneración. Son hijos tuyos y debes por lo tanto amarlos; son, además, representantes de la autoridad y debes honrarlos y has– ta obedecerles. La Teología y la Moral ofrecen al respecto ense– ñanzas sublimes, que el joven misionero debe tener siempre presentes en sus relaciones con la autoridad, pues algunos, por haberlas olvidado desde un principio se comprometieron a sí mismos y pusieron en peligro la vida de su rebaño. No porque sean infieles, idólatras o semi-salvajes deja de ser cierto que su autoridad viene de Dios y tú, como ciudadano que vives en su jurisdición, eres súb– dito suyo y debes ser modelo de obediencia, de respeto y de amor para tus cristianos. Abundando en buenos modales y poseyendo algo de santa astucia, no es difi

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