BCCCAP00000000000000000000185
-232- ston de repugnancia, encuentras agradables aquellos mismos alimentos que tanto asco te producían al prin– cipio, y cómo empiezan a sentarte bien y entonces te maravillarás de los prejuicios que sufriste. ¿Crees, por ventura, que esos alimentos que tú tienes por tan buenos y delicados y cuyo transporte tanto cuesta, no producen en tus familiares la misma re– pugnancia que tú sientes por los de su país, a pesar de ser muchos de ellos propios solamente de ,casas ricas y señoriales.? No hay tal vez en este mundo mayores prejuicios, que los que se refieren a la alimentación y amaestrado como estoy por la experiencia, me atrevo a darte este consejo. Véncete todo lo que puedas y más de lo que puedas. Si mientras permaneces encerrado dentro de tu casita de misionero no sientes tanto la necesidad de acostumbrarte al régimen alimenticio de tu país, la sentirás ciertamente cuando tengas que salir de ella y te veas obligado a moverte por todas partes para ejercer el ministerio. Un misionero que sepa acos– tumbrarse encontrará siempre con qué saciar su hambre y su sed, pero un misionero delicado y milindroso ten– drá que sufrir mucho durante sus viajes. 7.º Cómo toma posesión de su reino un buen misionero.-Antes de terminar este capítulo quiero ad– vertir al joven misionero, que si es cierto que los viajes apostólicos son muchas veces fatigosos y están llenos de dificultades, no es menos cierto que, hechos con los consejos y normas antedichas, constituyen un excelente
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz