BCCCAP00000000000000000000182

274 APENDIDE lil que están de fuera, satisfagan a la pureza de su voto y se evite el escándalo de los prójimo·s. Xll.-DE NO ACEPTAR LAS EJECUCIONES TESTAMEN– TARJAS Y porque los Frailes de dicha Orden deben ser enteramente aje– nos no sólo a la recepción, propiedad, dominio y uso de la pecu– nia, mas también a cualquier manejo ,de la misma, según el repe– tido Predecesor nuestro lo dijo terminantemente en la Declaración de esta Regla, y porque los profesores de la misma Orden sobre ninguna cosa pueden pleitear en juicio; a dichos Frailes no es lí– cito ni conviene, antes considerada la pureza de ,su estado, deben tener por prohibido, el aceptar las ,ejecuciones y dispensaciones tes– tamentarias, atendiendo a que, la mayor parte de las veces, no pue– den desempeñarse sin pleito y manejo o administración de pecunia. Sin embargo, no es contrario el dar consejo para ejecutar estas cosas, porque esto no les confiere ninguna jurisdicción, acción en juicio o administración de bienes temporales. XIIl.-DE LOS HUERTOS No solamente es lícito, sino además muy conforme a la razón, que los Frailes que se ocupan continuamente en los trabajos espi– rituales de oración y estudio tengan huertos y patios competentes para su recogimiento, para recrearse a veces corporalmente después de esos trabajos, y también para procurarse las hortalizas necesa– rias. Pero tener huertos para cultivarlos y vender por su precio las legumbres y hortalizas, como también el tener viñas, repugna a la Regla y a la pureza de la Orden, según declaró y ordenó el dicho Predecesor. J>or tanto, si para esto,s usos se hiciesen legados a los :Frailes, como serían campo o viña para cultivar y semejantes, abs– ténganse absolutamente de recibirlos; porque el tener esas cosas pa– ra sacar a su tiempo el valor de los frutos, se acerca a la natura– leza y forma de rentas. XIV.-DE LOS GRANEROS Y BODEGAS Como el Santo Fundador, tanto con los ejemplos de su vida co– mo con las palabras de la Regla, haya manifestado querer que sus Frailes e hijos, confiando en la divina Providencia, arrojasen sus pensamientos en Dios, que alimenta las aves del cielo a pesar de que ellas no juntan en granero,s, ni siembran, ni recogen; no es ve– rosímil creer que quisiéra que ellos tuvieran granfüOS y bodegas, puesto que c-on la cotidiana mendicación debían esperar el poder pasar su vida. Por tanto, no por un leve temor deben extenderse a hacer esas provisiones y abastos, sino entonces tan sólo cuando e,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz