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272 APENDICE 1II VIII.-DE LA EXPROPIACION DE LOS FlvlILES, Y DE LOS ABUSOS DENUNCIADOS 1. Como el Santo, expresando el modo de pobreza prometido en la Regla haya dicho: «Los Frailes no se apropien cosa alguna, ni casa, ni lugar, ni otra cosa; mas asi como peregrinos r forasteros en este mundo siruiendo al Sáior en pobreza r humildad, uaran por la limosna confiadamente»; y haya sido declarado por algunos Romanos Pontífices, nuestros Prndecesores, que esta expropiación se debe entender tanto en particular como en común, por lo cual re– cibieron en sí y en la Iglesia Romana la propiedad y el dominio de todas las cosas concedidas, ofrecidas y dadas a los Frailes, las cuales y su uso de hecho es lícito tener a la Orden o a los mis– mos Frailes, dejándoles a ellos tan sólo el simple uso de hecho; fué traído a :;\;uestro examen lo que se decía hacerse en la Orden y pu– recía repugnar al voto y a la pureza de la misma, es a saber, a fin de que expongamos de entre esas co-sas las que parecen necesitar de remedio. 2. Que no sólo consienten que se les instituya herederos, mas también lo procuran; QuP reciben rentas ann:iles, y a veces en tan notable cantidad, que los Conventos qne las tienen vivf'n enteramente de ellas; Que cuando en los tribunales .se tratan sus asuntos, aun de cosas temporales, asisten por medio de ahogados y procuradores, y para mover a los mismos se pre&entan en ellos personalmente; Que se encargan de la ej.e,cución de los testamentos y se ocupan de esto, y a veces se entrometen en dar las disposiciones y hacer las restituciones de usuras y cosas robadas; Que en algunas partes, no sólo tienen huertos excesivos, sino tam– hi,,n grandes viñas, en que cogen mucho vino y legumbres para vender; Que mendigando o comprando, juntan los Frailes en los tiempos de la siega y de la vendimia, gran cantidad de grano y de vino, que guardan en graneros y bodegas, de suerte que por el resto del año pueden pasar su vida sin mendigar, o casi sin mendigar ,estas co– sas· Que hacen y procuran que se hagan sus iglesias y otros edificios tan notablemente excesivos en cantidad y curiosidad, de tal figura, forma y suntuosidad, que no parecen habitaciones de pobres sino de grandes señores; y que en muchos lugares tienen tantos para– mentos eclesiásticos y tan notablemente preciosos, que ,exceden en esto a grandes iglesias catedrales; Que además reciben indistintamente las armas y caballos que se les ofrecen en los entierros; Por m{:s que la comunidad de los Frailes y especialmente los Su– periores de la Orden, aseguraban que estas cosas o las más de ellas no se hacían en la misma, :f que si acaso algunos se hallaban ocul-

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