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266 APENDICE 1II ______ , ___ ·--.- --------- santa Regla, como discípulos e hijos verdaderos de tan gran Padre, deseaban y ardientemente desean observar firmemente la Regla pron1Ptida, ,en toda su pureza e integridad; considerando que en el texto de la Regla se encuentran algunas cosas que podrtan tener un sentido dudoso, con toda prudencia recurrieron en otro tiempo a'. trono de la dignidad Apostólica, a fin de que, asegurados por aquella a CUJ"OS pies, según la misma Regla, están sujetos, y des– echadas todas las dudas, pudiesen servir al Señor con entera tran– quilidad dP conciencia. JV[uchos Sumos Pontífices, nuestros Pre– decesores, de feliz reco,rdación, escuchando y atendiendo, como era digno, sus piadosas y justas súplicas, declararon las cosas qu:e parecían dudosas, promulgaron algunas, y otras concedieron, según les pareció que convenía a las conciencias de los Frailes y a la pura observancia de este estado. Mas porque las conciencias timoratas que se recelan de todo lo que pueda apartarlas dd camino de Dios, temen muchas veces que haya culpa en donde no la hay, a pesar de dichas declaraciones no están tan enteramente tranquilas las conciencias de todos los Frailes que no turben sus ánimos algunas dudas acerca de varias cosas pertenecientes a la Regla y a su estado, según en varias oca– siones llegó a nuestros oídos y se trató en públicos y privados Consistorios. Por lo que los mismos Frailes humildemente Nos su– plicaron, invocando la benignidad de la Sede Apostólica, que pro– curásemos poner el oportuno remedio, declarando las dichas dudas que ocurren y pueden ocurrir ;m lo futuro. 3. Nos, pues, cuyo ánimo desde tierna edad se enfervorizó con piadosa devoción hacia los profesores de esa Regla y toda su Orden, y ahora, por el cuidado común del régimen pastoral que inme– recidamente tenemos, tanto más fuertemente Nos sentimos movidos para aeariciarlos con más dulzura y ayudarlos más solícitamente con favores y gracias, cuanto con mayor frecuencia consideramos los copiosos frutos que de su vida ejemplar y saludable doctrina vemos que recoge continuamente la Iglesia Universal; movidos por la tan piadosa intención de los que lo piden, determinamos poner nuestro diligente cuidado en hacer lo que se Nos suplica, ha– cümdo examinar cuidadosamente esas dudas por muchos Arzobis– pos, Obispos, 1\1,aestros en Teología y otros letrados prudentes y discretos. I.--DE LA OBSERVANCIA DEL SANTO EVANGELIO 1. Y primeramente, por aquello que en el principio de la Regla se dice: e La Regla y vida de los Frailes Menores es ésta, conviene a saber: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin rpropio y en castidad.», y más abajo: «Y acabado el año de la probación, sean recibidos a la obediencia, prometiendo guardar siempre esta vida y Regla», y cerca. del fin de la Regla: «Guardemos la pobreza y humildad y el santo Evan-
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