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260 APENDICE II XVI.-DEL TRABAJO 1. Se contiene también en la Regla que «los Frailes a los cuales el Señor dió gracia de trabajar, trabajen fiel r devotamente de tal manera que, echada fuera la ociosidad, que es enemiga del dnima, no maten el espíritu de la santa oración r devoción». JV[as porque de estas palabras tomaron algunos ocasión para acusar malamente a los Frailes de vida ocio,sa y de transgresores de la Regla, Nos, reprimiendo estas calumniosas murmuraciones, declaramos que, consideradas las palabras dichas y la forma o modo de hablar con las cuah's se induce a ,los Frailes a este ejercicio, no parece que fuese la intención del Fundador sujetar u obligar al trabajo y ocu– pación manual a aquellos que se dedican al estudio, o desempeñan los oficios y ministerios divinos; puesto que, según el ejemplo de Cristo y de muchos santos Padres, este trabajo espiritual tanto es mejor que el corporal, cuanto las cosas del alma exceden a las del cuerpo. 2. ::\fas a los otros que no se ejercitan en las dichas obras es– pirituales, declaramos que les comprenden aquellas palabras, a no -ser que, para no vivir ociosam,mte, se ocupen en ,servicios útiles de los demás Frailes, o que los tales sean de tan excelente y nota– ble contemplación y oración que merezcan no ser impedidos con el trabajo en tan bueno y piadoso ejercicio. 'i. Y los Frailes que no se dedican al estudio o a los oficios y ministerios divinos, pero sirven a los otros Frailes, merecen ser sustentados con aquellos a quienes sirven. Lo ,cual se prueba ser justo por aquella equitativa ley que promulgó rectamente el es– forzado caudillo David, es a saber: que tuvieran igual parte los que bajaron a la pelea y los que quedaron guardando el bagaje. XVII.-DE LOS PREDICADORES 1. .Porque en la misma Regla se contiene que «los Frailes no prediquen en el obispado de algún Obispo, cuando por él les fuere contradicho», Nos, conformándonos con la Regla y conservando, sin embargo, la plenitud de la autoridad Apostólica, mandamos que este precepto se observe a la letra como en la Regla se contiene; a no ser que, para utilidad del pueblo cristiano, por la Sede Apos– tólica acerca de esto se haya concedido u ordenado otra cosa, o en adelante se concediere u· ordenare. 2. Y porque, en el mismo capítulo de la Regla, se añade inme– diatamente que «ninguno de los Frailes por ningún modo tenga osa– día de predicar al pueblo, si del jyJinistro General de esta Fraterni– dad no hubiere sido examinado r aprobado, r el oficio de la predi– cación por él le hubiere sido concedido», Nos, considerando, como es justo, el estado pasado de la Orden en que contaba pocos indi– viduos, y el estado actual con el multiplicado número de Frailes,
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