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256 APENDICE 11 para satisfacerla, por diversas manos y personas, de todas las cua– les sería casi imposible que tuviera noticia el primer dante como tampoco su sustituto, ni -el tercero ·subrogado por ést-e cuando se ofreciere el caso; declaramos y decimos que, ac,erca de ,este punto, para atender a la entera pureza de la R-egla y de sus profosores, además de los dos modos que, como arriba hemo·s dicho, se han de guardar en las necesidades pasadas y en las inminentes que pueden en breve tiempo y también a veces en no tan breve tiempo satisfacerse, si •está presente el que da la limosna o un apoderado suyo que pueda hacer ,esto, le digan los Frailes que tenga a bien permitir que la pecunia o limosna la manejen CO'll su consenti– miento, voluntad y autorid.ad cualesquiera personas nombradas por el donante o por los Frailes, quedándole siempre la potestad, como se dijo ,en lo,s dos casos anteriores, de volver a tomar la pecunia mientras no •se invierta en la cosa señalada. Obtenido su consen– timiento para esto, los Frailes pueden usar la cosa comprada o ad– quirida con aquella pecunia por ,cualquiera que sea, según el modo ya dicho. 'i. Para mayor claridad de todo lo expresado, por el tenor de las presentes, para siempre valederas, declaramos que, guardando Jos Frailes los modos dichos acerca de 1a pecunia en el satisfacer sus necesidades pasadas e inminentes, no reciben ni puede decirse que reciben pecunia por sí ni por interpuesta persona contra la Regla o la pureza de la profesión de su Orden; puesto que consta clara– mente de lo dicho que los Frailes son ajeno,s no sólo a la re<:ep– ción, propiedad, dominio y uso .de la pecmiia, mas también a ella misma y a cualquier manejo de ella. VIII.-DEL EMPLEO DEL DINERO EN EL CASO DE LA MUERTE DEL DANTE ,Cuando ocurra el caso de morir el que da la pecunia, antes de ,que ésta por lícita conmutación sea convertida en la cosa que se ha de tener o usar, si el dante dijo o expresó que la persona nom– brada gastase la pecunia en el uso necesario de 10'5 Frailes, podrán los Frailes recurrir a la persona nombrada para el empleo de aque– lla pecunia como podrían al mismo señor que la concedió, sin atender a que esté vivo o muerto, haya dejado heredero o no, no obstante la muerte del dante y la oposición de su heredero. IX.-DE LA PECUNIA SOBRANTE Porque celamos con íntimo afecto del alma la pureza de la mis– ma Orden determinamos que cuando por alguno se concede pecu– nia para una necesidad determinada según queda dicho, puedan los Frailes rogar al que da la pecunia que, si una vez satisfecha la ne– cesidad sobrase algo, permita que el sobrante se emplee en otras
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