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252 APENDICE II que el mismo usó de las cosas temporales según la necesidad, y Pn muchos lugares de la Regla manifestó que este uso era lícito a los Frailes. 4. Porque manda la Regla que «los clérigos hagan el Oficio Divino ..., por lo cual podrán tener breviarios», insinuando clara– mente que sns Frailes debían de usar el breviario y otros libros ne– cesarios para el Oficio Divino. En otro capítulo dice que «para las necesidades de los enfermos y para vestir los Frailes, por meáio de amigos espirituales los ,11i– nistros... y Custodios tengan solícito cuidado, según los lugares y tiempos .Y frías regiones, así como la necesidad vieren que lo de– manda~>. En otro lugar, exhortando a los Frailes para que por medio del conveniente trabajo eviten la ociosidad, dice que «del precio de su trabajo reciban las cosas necesarias del cuerpo para sí y para su, herrn.anos». También en otro capítu,o ordena que c<los Frailes vayan confia– damente por la limosna>>. En la misma H.egla se contiene además que «en la predicación que hacen (los Frailes) sean examinadas y castas sus palabras a utilidad r edificación del pueblo, anunciándoles los vicios y virtu– des, la pena y la gloria». Pero cierta cosa es que esto supone cien– cia, la ciencia requiere estudio, y el ejercicio conveniente del es– tudio no puede tenerse sin el uso de los libros. 5. De todo lo cual resulta claramente, que la H.egla concede a los Frailes el uso de las cosas necesarias para la comida, el ves– tido, el Oficio Divino y el estudio de la ciencia. Y así, a los que rectamente entienden, consta por lo dicho que la Regla es, no solamente observable, posible y lícita, sino también mPritoria y perfecta; y tanto más meritoria cuanto mediante ella sus profesores se apartan más, por amor de Dio-s, de las cosas tem– porales. IV.-DEL DONIINIO ECLESIASTICO DE LAS COSAS CONCEDIDAS A LOS FRAILES 1. Además de esto, como los Frailes ninguna cosa pueden ad– quirir para sí en particular ni para su Orden en común, y cuando se les ofrece, concede o da algo por amor de Dios, si otra cosa no se expresa en contrario, se ha de entender que la voluntad del que la da u ofrece es que la cosa así ofrecida, concedida o dada quiere apartarla enteramente de sí y traspasarla a .los otros por amor de Dios; no habiendo persona en quien más conveni,mtemente en lugar de Dios se transfiera el dominio de esas cosas que la Se– de Apostólica, o la persona del Romano Pontífice, Vicario de Cris– to, que es Padre de todos y muy especialmente de los Frailes Me– nores; para que el dominio de las tales cosas no quede dudoso, y puesto que el hijo adquiere en cierta manera para el padre, el

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