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250 APENDICE II to que, a imitación de tan gran Padre, ,eligieron seguir d<J cerca las pisadas de Jesucristo. 11.-DE LA RENUNCIA DE LA PROPIEDAD 1. Como la Regla expresamente diga que «los Frailes no se apropien cosa alguna, ni casa, ni lugar, ni otra cosa»; y por el mismo l'redecesor Gregorio IX y algunos otros haya sido decla– rado que esto debe observarse así, tanto en particular como en común; y esta tan completa renuncia haya sido denigrada por las envenenadas calumnias de algunos insensatos y astutos detrac– tores; para que los discursos de tales ignorantes no oscurezcan el esplendor de la perfección de esos mismos Frailes, decimos que la renuncia de toda propiedad, tanto en particular como en común, hecha por Dios, es meritoria y santa; pues Jesucristo, mostrando el camino de la perfección, la enseñó con palabras y la confirmó con el ejemplo; y los primeros fundadores de la Iglesia militante, según lo tomaron de la misma fuente, lo comunicaron por el cau– Cf' de su vida y doctrina a todos los que quieren vivir en perfección. Z. Ni piense alguno que a esto es contrario lo que a veces se dice de haber tenido bolsillo Jesucristo; porque Jesucristo, cuyas obras son perfectas, de tal modo mostró con sus hechos el camino de la perfección, que condescendiendo a veces con las imperfec– ciones de los débiles, ensalzase el camino perfecto y no condenase los senderos de los imperfectos. De este modo, Cristo al usar bol– sa, lo hizo en persona de los imperfectos; y así en otras varias oca– siones, tomando lo débil de la naturaleza humana, condescendió con los imperfectos, no sólo en la carne sino también en el eepí– ritu, como lo atestigua la historia evangélica. De tal modo, pues, tomó la naturaleza humana que, siendo perfecto en su actos, en los nuestros se hiciese humilde y permaneciese excelso en los pro– pios. Así también, con infinita caridad, se dignó en ciertos actos conformarse con nuestra imperfección, sin desviarse de la rectitud de su perfección infinita. Hizo, pues, y enseñó Jesucristo obras perfectas; pero hizo tam– bién obras de imperfectos, según vemos en la huída y en el tener bolsillo; mas como era perfecto, lo hizo todo perfectamente para enseñar el camino de la salvación a los perfectos e imperfectos, ya que a unos y a otros venía a salvar y por todos quiso finalmen– te morir. 3. Ni nadie tome de aquí ocasión para levantarse y decir erró– neamente que los que así por Dios renuncian todas las cosas, son unos suicidas o tentadores de Dios, que ponen en peligro la vida; porque los que de esta manera se confían a la divina Providencia para las necesidades de la vida, no por esto descuidan los medi()j¡ de la providencia humana; antes bien, se sustentan con lo que s11- les ofrece liberalmente, o humildemente mendigan, o se granjean

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