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248 APENDICE JI den, tocamos las condiciones de ella en virtud del cargo que Nos estaba confiado; Informados así, y también por propia experiencia, tanto de la piadosa intención de dicho santo Confesor como de las cosas que se refieren a la Regla y a su observancia, desde la Sede Apostólica dirigimos nuestros pensamientos a la dicha Orden, y examinamos con todo detenimiento tanto aquellas cosas que ya están aprobadas y declaradas por nuestros Predecesores, como la Regla misma y to– do lo que a ella se refiere. Así que, por el tenor de las presentes algunas cosas hemos establecido, declarado y más ciertamente apro– bado; las ya aprobadas las hemos confirmado, publicado y conce– dido; y muchas otras con más claridad y detención hemos ordena– do, según en los infrnscriptos artículos se contienen. 1.-DE LA OBSERV ANCI.A DEL SANTO EVANGELIO 1. Primeramente, porque según hemos sabido, dudan algunos si los Religiosos de esta Orden están obligados Jo mismo a los pre– ceptos que a los consejos del Evangelio, y esto porque en el prin– cipio de la Regla ,se dice: «La Regla y vida de los Frailes Menores es ésta, conviene a saber: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin propio y en castidad»; y porque en la misma Regla se dice tambi6n: «Acabado el año de la probación, sean recibidos a la obediencia, prometiendo guardar siempre esta vida y Regla»; y porque además en el fin se añade: «Guardemos la pobreza y humildad :r el santo Evangelio de nues– tro Serior Jesucristo, que firmemente prometimos»; aunque nuestro Predecesor el Papa Gregorio IX, de feliz recordación, declaró este punto de la Regla y algunos otros, pero su declaración parece en algunas cosas oscuras, en otras incompleta y en muchas insufi– -ciente, a causa de las mordaces acometidas de los enemigos de los Frailes y de la Regla, y también por los sucesos ocurridos, dignos de tenerse en consideración: 2. Nos, queriendo remediar esta oscuridad e insuficiencia por medio de una interpretación perfecta, y quitar de las inteligencias toda ambigüedad con la certeza de una exposición completa, deci– mos que, por cuanto en el principio de la Regla se dice, no abso– lutamente sino con cierta modificación o determinación y especi– ficación: «La Regla y vida de los Frailes Menores es ésta, conviene a saber: guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin propio y en castidad», las cuales tres cosas la misma Regla ,prescribe después de una manera más estre– clia, y aún añade otras mandando, prohibiendo, aconsejando, amo– nestando, exhortando, o con otros modos fácilmente reducibles a éstos, claramente se ve ser la intención de la Regla que, aquello que en la profesión se dice de un modo absoluto: «prometiendo ~rdar siempre esta vida y Regla», y lo que al fin se añade: «guardemos... el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, que
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