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- 67 liará y no .quemará, que alumbrará y no mo lestaréÍ ... Y luego la maravilla de las maravillas, el encanto sin comprensión de ver a Dios en sí mismo Ahora le vernos y adoramos in enig– mate, tune, autem, facie ad facien ... Veremos a. Dios •sicuti est» como es en sí y no como nos lo describían los teólogos y predicaban los oradores con plumas pobces y torpes pala– bras. • Sicuti est». Como es en sí veremos el océano de bellezas y el divino torrente de sus riquezas ... Todo lo que hay en Dios veremos, arrobados incansables, dichosos, eternamente felices porque de la visión intuitiva de Dios nacerán a nuestras almas ríos y mares de gus– tos, de annonías, de consuelos, de contenta– mientos, sin te·tnor de pena, sin fatiga en el goce, sin mi.edo de pérdida, siempre nuevo, siempre glorioso, porque del torrente de sus fuentes eternas de bondad ser¡,mos embria– gados con una embriaguez que se renueva a cada instante y por siempre eternamente dura. Inebriabuntur ab ubertate. De la· abundancia de bienes quedaremos en una dulce y eterna embriaguez, y como tendremos todo, nada más desearemos, porque allí todo deseo está harto, y toda hartura es nuevo deseo. Ni cabrá envi– dia del bien del prójimo sino que será nueva dicha ver dichosos y felices a nuestros amigos y her!l)anos. presididos por nuestro bienaven– turado P. S. Francisco, todos endiosados, to– dos reyes eternos, de eternos reinos ¡oh, Dios qué será aquella felicidad! Alma mía, bien me-
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