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- 65 - ¡Oh, sí; «portio mea in terra viventinm». Mi herencia está en la tierra de loR vivientes El mismo Señor qne en la tierra fué mi todo, se me dará totalmente en la gluria .•. ¿Oredis hoc? Alma mía, crees est,o y no te anebat¡-¡, el entusiasmo?... ¿ 1 ·rees esto y :qo das por bien empleadas todas 1us privaciones de la vida? ... ¡Oh, Si;'nor, pMO iqné poi!Pmos esperar fuera di Tí y qué nos podrá falta1· poseyén~ dote a T1? Esta esperanza nos mantiene en tu santo servicio ... · «Placeat tibi Sancta Trinitas obsequium servitutis meae» ... Esto es lo. que me resta que pedirte, Triqidad be¡¡,tísima, q9e mi ser– vicio te sea agradable ... II \ tQné es empero el cielo? Habrá acaso pa– labras que lo '·expliquen o pensamiento que lo abarque? Nec ocnlus vidit nec auris audi– vit, nec in cor hominis ascenditi>, No pudo jamás representarse la felicidad del cielo. Ja– más pudo el pensador más profundo descri– bir la dicha del cielo. (1) Consi1erando ahora las cosas gustosas y :felices que al hombre arrebatan el sentidq; (l) sublime' in situ, speciosum in ornatu, imperturbabile in apparatu. In eo omnis mali abséntia, omnis boni presentía... et utrius– que dUl'.atio sempiterna. S. Buenav. oper. omn: tumo JX.
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