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1 I' AFECTOS Señor y Padre mío, parece que oigo la voz de t,us ángeles llamándome del sepulcro don~ de estaré descansando ... La Iglesia piadosa lleva a Já tumba a los muertos diciendo: «Jesn Domine, dona eis. requiem». Dii·án lo mismo cuando yo muera. Pero ¿será la tnrnba· mi descanso? ~No se agitarán allí mis huesos angustiados, esperando el día de mi resurrección~ ... Doloroso es, Dios mio, mi trance. Al in– fierno no quisiera ir y al cielo no proc1uo vo- . lar con mortificaciones. de la vida. Quisiera n,sucitar en gloria después de goza~ en la vida los gustos y caprichos de mi cuerpo. No es posible Señor ... No, no es posible ... No vine a eso a esta santa religión ... Yo confío sin embargo in Christo Jesu «in quo nobis spes beatae resurrectionis effulsit)), En ese Cristo bueno en que :fulgura. la espe– ranza cierta de nuestra resurrección. He de vivir en adelante con esa espen.nza, ut quos contristat certa moviendi condi'tio eosdem ronseletur fo tu rae inmortalitatis promi~1;1io ... Esa esperanza consuela la triste condición de morir con la promesa de un eterno vivir ... Sé, Dios mio 1 que a tus fieles no se les quita la vida, sino que se les mudt¡. ... No te-

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