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- 57 - la tumba, pero ya ¿dónde está tu victoria~ ¿Dónde está tu aguijón? ... La res1,1rrección gloriosa cantará eterna~ mente su cántico de definitivo triunfo••• Pero, «non omnes inmutabüuun>. Hay que repetirlo: No .todos seremos transformados en gloria. Con1,idera pues, alma, si merece la pena de vivirse atento a la vida regular sacrificándote a tus deberes, castigando ahora el cuerpo, a ese hermano asno que sólo debe tratarse con dureza y no con regalo, a fin de que no se levante contra la ley ... Considera la recompensa que nos espera: «procedent qui bona egerunt in resurrectio– nem vit,ae; qui .vero mala egerunt in resu– rrectione_m j udicii». Esto es: se hará la di vi– sión de unos y otros. Los unos a la resurrec– ción de la vida eterna, y los otros a la resu. rrección del juicio inexorable del castigo. Sí, alma mía, no lo dudes, es artículo de fe. Nolite mirari hoc. Por muy misericordioso que le quieras considerar a Dios ..• su juicio te espera. Oredis hoc~ Pues bien; oye a S. Gregorio: lile veraciter credit qui exercet operando illud quod credit ... Aquel cree de verdad quien obra según la creencia. Dichoso el buen religioso que vive sem– brando de bienes su camino. Cada llaga del cuerpo se transformará en diamante, •. Cada golpe de mortificación será un pulimento a su corona eternal. ••

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