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-· 5-! - · al juicio general con los mismos cuerpos y almas que tuvimos. La personalidad entera se presentara delante del Juez de vivos y de muertos. El cuerpo que fué instrumento del bien o del mal deberá participar igualmente del bien o del mal · Esta carne misma con que ahora se viste mi alma y estos huesos con que se forma el armazón dé mi cuerpo tendrán que temblar ante la ira divina, si no corresponaieron.a los · fines que tuvo Dios al ,constituirlos como medio de vida y de expresióµ de nuestra per– sonalidad. Agárrate, alma mía, a este saco de basura y dile: ¿cómo osarás comprometerrne en la vida coceando cpntra el aguijón, obligándo– me a pecar con tus exigencias? ¿Cómo has de tener valor para merecerte una resurrec– ción de ignominia por un torpe placer que te puedan proporcionar las criaturas? ... ¿Cómo te atreves, carne ·llena de maldición por el pecado, a ensoberbecerte contra la ley, pro– vocando la ira de DiosL. Medita con recogimiento, alma mía. Cada cual recogerá lo que sembrare ... Si siembra la maldición de la carne, maldición; si siem– bra la mortificación recogerá una recompen– sa «prout gessit». ¿Cómo, pues, tratas con tanto ·cuidado y regalo esta carne de tan excesivas exigen– cias, olvidando las recompensas futuras1 ... iCarne pecadora! Terne por tus pretendi– dos derechos'. Teme tus gulas, tus regalos,
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