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AFECTOS Señor, Confieso que tu justicia es corno los montes altos, según decía el Santo Rey David: «Justicia tua sicut montes» (Sal. 35). Que todo está patente ante tus ojos, como decía el Apóstol a los hebreos (IV-18): «Om– nia nuda et aperta sunt oculis ejus» .•. Pero también sé que mientras vivimos po– demos aplacar tu ira, porque tus misericor– dias están sobre todas tus obras. Por eso cargado con mis pecados me arrojo bajo los pies de mi Redentor como la Magdalena, y deseo ungirle pies y cabeza con el bálsamo de mi contrición .•. Miserere mei Deus secundum magnam rnisericordiam tuam ... No entres en juicio con tu siervo, porque de mil preguntas ni a una podré contestar ... Comprendo que otras veces te hice este mismo propósito y que por eso no soy digno de que me mires con amor .•. Lo sé;· Dios mío, y lo digo de verdad, con mi hermano B, Celano. Preces meae non sunt dignae, sed tu bonus fac benigne, me perenni cremer igne •.. Pues aunque mis súplicas carezcan de va– lor, Sef:í.or, tú eres bueno y benigno. Haz,
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