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- 44 - tremenda agravante de que la sentencia que resulta del juicio es eterna ... ¡eterna!.•. Me– dítalo bien. Este aspecto hacía temblar las carnes de S. Jerónimo. ¿Dónde se meterá el pecador para huir de aquel justo juez? ¿Ubi me abscondam a vultu irae tuae? Dichosos aquellos que para semejante hora han borrado todos su peca– dos... Beati quorum remisae .sunt iniquitates et quorum tecta sunt peccata. (Sal, 31) Dicho~o el varón a quien el Señor no impu– tará pecado. cBeatus vir cui non imputavit Dominus, peccatum. Pero tú, alma mía, puedes acaso envanecerte de semejante privilegio? ... Oh, Señor, cDelictum meum cognitum tibi feci et injustitiam meam non abscondi, ... Yo he declarado claramente mi delito delante de tí. No he ocultado mi injusticia. Pero ¡ay! del que tenga pecados escondidos, si en ese estado le sorprendiere el juicio de Dios ... Nada escondido hay para El... Escudriñará como con candelas los escondrijos del alma... Hará públicos todos los crímenes y aun los más so– litarios y secretos sacará a la pública ver– güenza ... Nada que en la vida se haya hecho, desea– do o pensado dejará de pasar por la criba jus– ticiera del Divino Señor... Acaso muchas cosas que nos parecieron nonadas las tendrá El apuntadas en el libro de la vida, aunque basta para el caso la concien– cia de cada cual... Lo que una vez se escribió queda para siempre grabado en el alma mien-

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