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- 30 - iPobre alrnaj -¡Qué de verdad pobre es la .que tiene que asirse a ese pensamiento! Alma mío, cubierta. de ;vulgaridadee, de pre– tensiones, y desnu<ia de virtudes. Estado en– gañoso, rl.e sopor y neño espiritual Alma mía, anímate! Salva tus promesas. In monte salvum te fac ne et tu simul pereas Asómbrate de las penitencias que hacían los confesores de Cristo por merecer el cielo; todo les parecía poco; pero confúndete, y avergüénzate de tn poca mortificación, de tu ruindad. y espíritu relajado , No se salva si no se cumplen los deberes, y los tuyos, alma mía, son bien graves Sobre todo, si tuvieres algún cargo o dig– nidad·, .debes temblar más., porque más estás obligada 'y es fácil que :a misma autoridad te engañe, autorizándote cosas que no parece– rian,•bien en un súbdito. El que debe ir de~ !ante con el ejemplo y palabra es responsa– ble de los estragos que cauce en otros su relajación o, espíritu de comodidad . No ei·es autoridad para que t,e autorices di~pensas- y placeres sino para que ayudes a otros a llevar la carga iHay de tí, alma mía, si puesto en el can· delero en .vez de lucir y edificar fueras mo– tivo <fo pe.cados o de dEsedificación! La au– toridad podrá .defenderte de los hombres, pero te. condenará ante Dios. Hay que salvar el alma, si no queremos perderlo todo .. No seamos _como el caballo. y e I jumento que ca· recen de entendimiento ... De.mos a las co-
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