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- 131 - de tí como de la Magdalena: Lachrimis cae· pit rigare pedes ejus. (Luc- 7). · Pues'to á los pies de Jesús la copia de lá· grimas aviva el fuego del interior y sube la llama fervorosa y arrollan te . .Empieza sí, poi' llorar, porque es tan gran bien este del amor y unión que bien merece llorarse con lágrimas de sangre el haberlo des· merecido, Exo mina te si por ventura toda tu excufla de imposibidad es una habitual imperfección de sentidos y apetitos. Falta de voluntad parn prrpamr la unión. El calor prnpara el leño pnra el incendio Primero tiene, empero, que arrnjar de t-i, como un llanto natüral, la hurnedud que trae del boEqtw. Examínate si aprecias siquiera esta unión f'n las almas generosas. Confúndete ante ellas, pero pide a Dios remedie tu mal. ¿Sabes donde está tu mal? En tu hábito de vivir en faltas graves o pecados veniaJe,3 (1). No te niego que a veces digas con cierto fervor como s. Pedro: «Tu sci" Domine quia fl lllO te» (1) La frecnencia de las faltas no lloradas nos causa esa como impotencia de unirnos a Dios ... J,os pecBdos veniales no combatidos. dice S. Buenaventura •ligant.faciem mentis nt non vsleat de Deo cogit,ire:lig,rntpe– des 11ffcct,io11is ut non possit a malo resi¡Jtscer,•; li¡:-ant ma11us operationis nt n"n P"S•it i11 bono proficere; n saber: ligan y atan la mente para no poder pensar en Dios; los pies del afee• to para no aparta1•se del mal, y las manos de la opernción parn -no .progresar en el bien.

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