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-- 124 - vapor que lo empuje; así es el hom 61•9 mejor dotado de facultadés si no le llega la moción del Espíritu vivificador ... Pero cuando ayudado de este impulso de los dones camina fácilmente a su destino, hay que procurar que todo el negocio de la per– fección se encamine a la unión con Dios. Por esto debes doblar la rodilla ante el Padre de Nuestro Señor Jesucristo para que según lae¡ riquezas de su gloria te conceda por medio de su Espíritu el ser fortalecido en virtud y dirigido seguramente al buen puerto de la unión perfecta, a fin de que pue– das comprender con todos los santos cuál sea la anchura y longura y la alteza y profundi– dad de estos misterios para que seas plena– mente colmado de todos los dones que con· ducen allá, (Efeso IV-14-19). Ser llenos de la plenitud de Dios es llegar al estado de la unión con el Altísimo. Para lo cual hay que entrarse por los océanos an– chos y profundos, que no tienen riberas, con un ejercicio constante y sacrificado de amor divino. Es preciso tomar en serio la vida es– piritual y luchár primero contra los asimien– tos, los gustos y las tentaciones de la vo– luntad. 11 Considera, igualmente, que siempre los sacrificios del corazón preparan mucho la unión con Dios. Nuestra voluntad debe
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