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- 116 - A veces sorprende y maravilia la excelencia de una obra por lo grande que a los ojos se ofrece, pero ¡ay! cuántas veces son como grandes y cincelados estuchPs sin la joya co- rrespondiente!... · Para aprender la vida interior nos bastará observar la conducta de Jesús mientras rea– liza su misión. No solamente no busca su propia gloria sino sólo la del Padre Celestial, que además la realiza con un sentido íntimo de unión con El. El verbo no se separa del Padre ni del Espíritu Santo como Dios. El Padre y el Espíritu Santo están por conco– mitancia con el Verbo en la Encarnación. Esta unión jamás se deshace, porque lo que hace Cristo lo hace Dios. La vida interior del religioso debe animarse por lo mismo, de la unión con Dios. Además, en toda obra de per– fección debe aspirarse a una más cumplida unión con las Divinas Personas de la 8antí– sima Trinidad. ¡Oh, Israel, quam magna est domus Dei; (Baruch 3). En esta casa de Dios aprendemos el modo de realizar en nosotros esta unión divina por medio de los santos votos ... Las almas religiosas llevan una vida íntima en unióu con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, porque la práctica de los votos que hacen los unen con un lazo triple, que difí– cilmente se rompe, al misterio de la ~antísima Trinidad. La vida interior reclama la perma. nencia en esta unión con el Padre, obede– ciendo su querer constantemente; co_n el Ver-
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