BCCCAP00000000000000000000181

AFECTOS Milagro tuyo debía considerarse, Dios mio, que viéndote en la cruz no muriéramos de amor y de dolor ... Yo reconozco en ello mi obra de iniquidad. No puedo reputarme mejor que los judíos, Dios mío. Peor que ellos he sido cuando sa– biendo lo que eras y lo que tú hiciste te he · ofendi<lo. También yo pude exclamar con S. Agustín que supe primero ofenderte que amarte: «Tantillus puer et tantus peccator». iüjalá me convirtiera yo ahora como é,I en varón perfecto! iQué espectáculo más in· teresante y más emocionante que las circuns– tancias de tu pasión para moverme a esta resolución! iQuam sero te amavi! ¡Qué tarde entro a sentir un poco de tu inefable amor! Enciéndase todo mi corazón en las llamas de tu amor. «Totum cor meurn flamma tui amoris accendat». Todo, Dios mío, todo mi corazón, a fin dfl que movido por la fuerza de sus lh1mas corra más veloz– mente porlos caminos del bien. Déjame aun– que ruin y miserable que te diga tomando en mi boca las palabras del gran S. Agustín: Amo te, Deus meus, amo te; et si parum est amem validius; currat vita mea in amplexus tuos. (Lib. 13 conf. c. 8). Que te ame mi

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz