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- 105 to y le mi1.·as con cariño. Más, si por ventu– ra viene la prueba y , la contrariedad y la humillación te sobrecoge, no sabes poner el hombro ni dolor ... Considera, alma mía, que a veces las con– trariedades son providenciales; son, horas de prueba y de condensación... «iQué vale el hombre que no fué prnbado?» ... Ere's tú el objeto del amor de Cristo y por tí sufre lo que sufre, y muere 'en semejante. altar de dolor. Acércate a la cruz para reco– nocer en sus ll~gas la obra de tus pecados. Míralas bien; son tus pecados los que abrie– ron aquellas carnes inocentes y los que des– garraron aquel cuerpo inmaculado ¿Y no te compadecerás de El? ... tNo te alentarás a sufrir pot· El? tRehusarás darte al servi– cio de la Pasión! ... Consid<lra en la Pasión de Jesús estas tres cosas: en el hecho, la paciencia insiiperable; en el modo, la humildad tan admirable, en la ca·usa, su caridad inestimable ... Aplícate esas cualidades en el sufrimiento ... ¡Oh! cómo te confundirás .... Mira la aspe- 1·eza de los clavos; la confusión de· los opro. bias ... el temor en los ref:!ultados . ¡cuántos desaprovechados! iüh, qué rica contemplación la de Cristo en la C.ruz! Mirándole o recordándole "los apóstoles, testigos del hecho, se animaron a sufrir mar– tirios. «Lapidati sunt, • secti sunt, tentati sunt, in occisione gladii mortui e,unt». (Heb. ,

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