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-S- res que todos los religiosos aun aquellos que moran en las residencias, puedan aprove– charse de los ejercicios espirituales que todos los años deben hacerse en nuestras Comuni– dades y, si alguno no pudiere asistir a estos ejercicios, cuiden los Superiores de que los haga después privadamente,. Para este objeto presentamos este tomito. Sin duda que una obra que 'reemplace a nuestro «Capuchino Retirado» es difícil ha– cer. Con mu(Jha razón ha merecido este libro varias e'1iciones y aun recientemente lo puso como nuevo el M. R. P. Esplúgas anotándo– lo oportunarllente _No nos asiste pretensión de ningún género respecto a superarlo ni a igualarlo. Pero tal vez en muchos religiosos haya sur– gido la necesidad de otro estilo y de otras consideraciohes, amén ·de nuevas· materias acomodadas al tiempo. Los Ejercicios espirituales originariamente están en el Evaugelio habiéndolos empleado el mismo Jesucristo para formar a sus após– toles según escribía el Papa Pio XI en su Carta Encíclica sobre el tema. Estos Retiros en que parece que entramos. como en un Cenáculo providencial son de un provecho máximo. Digamos, pues, al princi– pio del libro lo que decía Jesucristo: « venite seorsum in desertum locum et requiescite pusillum lMarc. VI-31). Venid a este retirado desierto y descansad un poco. S. Pedro Crisólogo contemporáneo

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