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104 neros, a los futuro s apóstoles, a los futuros nombres de ciencia, a los futuros hijos de San Francisco que lleguen a ser otros "nuevos Cristos" y fecundos reden– tores de almas en el campo que la obediencia les señale. La eficacia de esta grande obra depende en gran manera de la selección de vocaciones. Cooperadores valiosísimos pueden ser los señores Párrocos con su consejo; los maestros con su conocimiento de los niños en cuanto .a su alcance, índole, etc. y cualquiera per– sona afocta al hábito Capuchino, señalando familias y niños piadosos que muestren inclinación al estudio y a la virtud. Es éste en realidad un poderoso modo moral de auxiliar a las misiones. En to.dos los pueblos se encuentran niños de buena índole, despejados de ingenio, aptos para el estudio con cierta inclinación hacia la vida religiosa. En general esta inclinación es genérica, sin predilección por tal o cual colegio; una palabra en favor de la Escuela Seráfica, unas fotogra– fías de las misiones o misioneros, o de colegios Capu– chinos, etc., puede despertar la afición hacia la Orden. Pero no basta esta ayuda moral, pues la material es del fodo imprescindible. La pensión que el niño paga es insignificante para cubrir los gastos que su es– tancia en Ia Escuela acarrea. Ha habido y hay bienhe– chores generosos, a quienes se agradece vivamente su caridad y desinterés; han puesto a rédito espiritual unas pesetas. Pero no basta. Los gastos son diarios, inaplazables. ¿Remedios? Creemos el más eficaz la fundación de becas y me– dia s becas. El interés viste y alimenta al nmo durantP.
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