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85 de la naturaleza, mucho más los cielos y la tierra can– tan la gloria de Dios. Los números contenidos en esta relación son testi– monios evidentes del apostolado evangélico, de la cari– dad de Dios y del prójimo, que llenan de alegría el corazón de nuestros hermanos y bienhechores y les mueven a los mayores sacrificios. Todos estos argumentos de caridad harán ,que todos los religiosos de nuestra Orden se inflamen en el celo del apostolado y ayuden intensamente las misiones con oraciones, vocaciones y limosnas, y tengan bien pre– sentes siempre aquellas palabras de Benedicto XV: Todo hijo de San Francisco ¡ que sea un misionero!

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