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86 CONSTITUCIONES. CAPITULO VII c10n voluntaria moderándonos de buen grado en la co– mida y bebida, en los espectáculos y otras diversiones, a fin de llevar una vida auténticamente evangélica y par– ticipar en la penuria de los pobres. 2 Para que en nuestra mesa resplandezcan siempre la pobreza y la sobriedad, sírvanse tan sólo los alimentos necesarios y acomodados a nuestro estado, incluso en los días de fiesta o cuando tengamos huéspedes. ' No obstante, en la provisión de lo necesario, sobre todo para los enfermos, piensen los superiores en el pre– cepto de la caridad y en el ejemplo de san Francisco. 94 1 Contritos de corazón por los pecados propios y ajenos y con deseo de emprender una vida nueva, prac– tiquemos ejercicios de penitencia, bien que acomodados a la diversa mentalidad de las regiones y épocas. 2 Se recomiendan concretamente la corrección frater– na, el capítulo de culpas convenientemente adaptado, el coloquio entre los hermanos sobre su propia vida a la luz del Evangelio y otras formas de penitencia evangé– lica, en especial las practicadas en común. 3 Todo esto, sin embargo, ha de hacerse según las normas establecidas por los Capítulos provinciales. 95 1 No huyamos del hermano que se encuentra en pe– ligro, antes bien, ayudémosle con solicitud; y no seamos jueces sino defensores de la fama del hermano caído. 2 Y amémosle tanto más cuanto ele mayor caridad necesita; pues es muy cierto que cada uno de nosotros incurriría en faltas mucho mayores si Dios por su bon– dad y gracia no nos preservase. 96 1 Los superiores con paternal misericordia estén dis– puestos a socorrer oportuna y eficazmente, según Dios,

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