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76 CONSTITUCIONES. CAPITULO VI 2 Haya una enfermería en lugar a propósito de la casa, incluso fuera de la clausura. 3 En las provincias en que pareciere útil, establézca– se una enfermería provincial. 4 Considerando que en el enfermo está la persona de Cristo paciente, piensen todos los hermanos lo que querrían que se hiciese con ellos en tal caso y acuérden– se de lo que el padre san Francisco escribió en su Regla, que no hay madre tan tierna y afectuosa con su hijo, como debe serlo cada uno de nosotros con su hermano espiritual. 5 Procure, pues, cada uno atender a su hermano en– fermo, visitarlo con agrado, consolándolo fraternalmente. 6 El superior visite paternalmente y con frecuencia a los enfermos y no deje de levantar espiritualmente su ánimo, por sí o por medio de otro sacerdote; y si viere que la enfermedad reviste cierto peligro, avísele con pru– dencia de la gravedad de su estado y dispóngalo para recibir los sacramentos. 77 1 Los enfermos tengan presente nuestra condición de hermanos menores. 2 Dejen el cuidado de sí mismos en manos del mé– dico y de quienes los atienden, para no quebrantar la santa pobreza con dafio de su alma, y den por todo gra– cias al Creador. 3 Acuérdense que por la libre aceptación de las mo– lestias ele su enfermedad y debilidad son invitados, de acuerdo con su vocación, a una semejanza más plena con Cristo paciente y que, completando en su carne lo que falta a los padecimientos de Cristo redentor, pue– den contribuir a la salvación del pueblo ele Dios y a la evangelización del mundo entero.
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