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CAPÍTULO VI NUESTRA VIDA EN FRATERNIDAD 73 1 Jesucristo, primogénito entre muchos hermanos, constituye con todo el género humano una verdadera hermandad. 2 Está presente como vínculo de unidad en medio de los que se congregan en su nombre. ' La Iglesia, comunidad de todos los creyentes, fa– vorece las instituciones cuyos miembros promueven las relaciones fraternas en comunión de vida y de caridad. 4 De este modo, no sólo se desarrolla en la libertad la dignidad humana de los hijos de Dios, sino que tam– bién se incrementa la eficacia apostólica. 5 San Francisco suscitó por inspiración divina una forma de vida evangélica que fue la fraternidad. 6 Al profesar nosotros esa forma de vida, quedamos constituidos en verdadera Orden de hermanos. 7 De ahí que, unidos por la fe en Dios nuestro Padre y alimentados en la mesa de la palabra divina y de la Eucaristía, debamos amarnos mutuamente, de modo que el mundo pueda reconocernos como a discípulos ele Cristo. ARTÍCl'LO 1. Fo111e11to de la 1'iclo f rotcn,a 74 1 Dados unos a otros como hermanos por el Señor, y dotados de dones diferentes, aceptémonos mutuamen– te de corazón.
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