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CAPÍTULO V NUESTRA MANERA DE TRABAJAR 65 1 Dios Padre, que trabaja sin cesar, nos llama a coo– perar en el perfeccionamiento de la creación y también en el desarrollo de la propia personalidad mediante la gracia del trabajo, con lo que nos unirnos a nuestros hermanos y promovemos el mejoramiento de la sociedad. 2 Jesucristo confirió nueva dignidad al trabajo y lo hizo instrumento de la salvación universal, tanto al tra– bajar con sus manos y aliviar la miseria de los hom– bres, corno al predicar el mensaje del Padre. 3 Recordando que san Francisco ordenó a sus hijos trabajar fiel y devotamente, sornetámonos de buen grado a la ley común del trabajo y procuremos que nuestras obras, aun por su calidad, redunden en gloria de Dios \' provecho de los hombres. 4 Y para que todo sirva al espíritu de devoción, diri– jamos a Dios con el ímpetu del amor nuestros pensa– mientos y energías, y ofrezcamos en la celebración euca– rística el trabajo cotidiano con sus molestias, consagr::ín– clolo así al Padre por medio de Cristo. 66 1 El trabajo es el medio fundamental de subsistencia para nosotros y de caridad para con todos; en conse– cuencia, cada uno ha de consumir en él todas sus ener– gías por solidaridad con los hermanos y con los demás hombres, según los talentos recibidos de Dios y confor- me a la edad y salud. '
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