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CAPÍTULO III VIDA DE ORACION DE LOS HERMANOS 33 1 La orac10n a Dios comienza con la moc10n del Es– píritu Santo por la que el hombre interior escucha la voz de Dios que habla al corazón. 2 Pues Dios en la historia de la salvación habla con muchos signos y de diversas maneras tanto en el orden de la creación, como de modo peculiar en la vida hu– mana y, sobre todo, mediante su Palabra. 3 Se hace verdadera oración cuando el bautizado, obedeciendo a la fe, mantiene en su pensar y actuar inin– terrumpido coloquio filial con el Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, demostrando su constante amor a Dios, sumo bien, y buscando en él siempre el gozo del corazón. 4 Consagrados más íntimamente al divino servicio por medio de los consejos evangélicos, particularmente por la castidad, afanémonos por mantener ante todo es– ta vida de oración en libertad de espíritu. 5 Así seremos verdaderos seguidores de san Francis– co, que parecía, más que hombre en oración, oración viviente. 6 Apreciemos, pues, mucho la oración misma, en pri– vado y en común, principalmente en la acción litúrgica. 7 Conducidos así por el Espíritu del Señor y desean– do sobre todas las cosas su santa operación, orando siempre a Dios con puro corazón, demos a los hombres de hoy testimonio de oración auténtica, de modo que todos vean y sientan, en nuestro semblante y en la vida

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