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46 CONSTITllCTONES. CAPITULO TI ro sobre todo asimilando interiormente la vida a que han sido llamados. 5 Cultiven principalmente la vida fraterna entre sí y con los demás hombres, cuyas necesidades procurarán socorrer con presteza, para que aprendan a vivir cada día más perfectamente en inserción activa con la Iglesia. 22 1 Cualquier hermano, traído por Dios a la fraterni– dad, nos alegra y nos estimula para renovarnos en el espíritu de nuestra vocación. 2 La obra de iniciación corresponde ciertamente a toda la fraternidad a que pertenece el candidato. 3 Pero el definitorio provincial, de la manera y den– tro de los límites que él ha de señalar, confíe su régi– men a hermanos que estén adornados de ciencia, pru– dencia, discreción de espíritu, penetración del alma ju– venil y demás dotes necesarias, y que estén adecuada– mente preparados para tan grave oficio . .J El maestro de novicios y los directores deben estar libres de todos los oficios y cargos que puedan impedir el cuidado y régimen de los candidatos. 5 Y cuando razones especiales lo aconsejen, se les pueden asociar colaboradores y también un padre espi– ritual, a quien especialmente incumbe el cuidado de la vida espiritual de los jóvenes en el fuero interno. 23 I El tiempo de iniciación en nuestra vida comienza el día en que el aspirante, admitido por el ministro pro– vincial, ingresa en la fraternidad. 2 Desde ese momento debe ser considerado corno miembro de la fraternidad en lo referente a la forma– ción, a la vida y trabajo. 3 Levántese acta de este ingreso. .J El postulantado es el primer período en que los candidatos completan su formación humana, adquieren

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