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44 CONSTITUCIONES. CAPITULO II Y además, obsérvese lo siguiente: a) que se haya comprobado que gozan de la necesa– ria salud física y psíquica para sobrellevar nuestra vida y que por su índole son aptos para la vida fraterna; b) que los candidatos hayan manifestado con su vi– da que creen firmemente lo que cree y enseña la santa madre Iglesia y que están dotados de sentido católico; e) que conste su buena fama, particularmente entre quienes hayan frecuentado su trato; d) que posean la madurez debida, sean de voluntad decidida y conste que vienen a la Orden con el único fin de dedicarse sinceramente al servicio de Dios y a la salvación de los hombres, según la Regla y la forma de vida de san Francisco; e) que estén instruidos según las exigencias de cada región y ofrezcan esperanza de poder ejercer fructuosa– mente los propios oficios, según pareciere a los superio– res mayores; y f) si se trata de candidatos de edad madura, además de las letras testimoniales, deben procurarse otros in– formes sobre su vida anterior. 20 1 Cristo, nuestro sapientísimo maestro, en su res– puesta al joven que le había manifestado su deseo de salvarse, dijo que, si quería ser su discípulo, vendiera primero todos sus bienes y los diese a los pobres. 2 Su imitador san Francisco no solamente lo emeñó y practicó en sí y en los que admitía, sino que también lo impuso en la Regla. 3 Por tanto, los ministros provinciales hagan cono– cer y explicar a los candidatos que vienen a nuestra Or– den, animados por su íntimo amor a Cristo, las referidas palabras del santo Evangelio, para que oportunamente, antes de la profesión solemne, renuncien a sus bienes en quien prefieran fuera de la Orden.

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