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38 10 co;-.;STJTUCIONES. CAPITULO I 1 La vida de fraternidad evangélica, como ejem– plar y fermento de la vida social humana, invita a los hombres a fomentar las relaciones fraternas entre sí y a la unión de fuerzas para el mejor desarrollo de la per– sona y el genuino progreso de la sociedad humana. 2 Esta nueva vida fraterna tiene especial importan– cia y adquiere mayor eficacia de testimonio en el ac– tual proceso de socialización, verdadero signo de nues– tro tiempo, mediante el cual Dios nos apremia a entre– garnos a la realización y al incremento de la fraternidad en la justicia y la paz. 11 1 San Francisco, inflamado en el amor del Es– píritu Santo, adquirió en la adoración del Padre, infini– tamente bueno, el afecto de fraternidad universal por el que contemplaba en todas las criaturas la imagen de Cristo, primogénito y salvador. 2 Nosotros, sus hijos, sintámonos hermanos de to– dos los hombres, sin discriminación, y promovamos en– tre ellos el amor hacia esa misma fraternidad. ' Congregados todos nosotros por el mismo Espíri– tu y la misma vocación, fomentemos siempre mutuamen– te este sentido de fraternidad mediante la oración y ac– tividad comunes :v la abnegación propia. 4 Manifcstémoslo cada vez más, con sincero amor y servicio, no sólo dentro de las fraternidades locales o regionales :v provinciales, sino también entre todos los hermanos de nuestra Orden. 5 Fomentemos también, entre todos los seguidores de san Francisco, el sentido ele fraternidad, por la co– munión ele espíritu ele un mismo padre, ele suerte que, por la mutua caridad y cooperación, la familia francis– cana aparezca en la Iglesia y en el mundo como verda– dero signo ele fraternidad evangélica.
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