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CONSTITUCIONES. CAPITULO I 37 2 Esta misma Iglesia, entre carismas tan variados, dio origen a la familia de san Francisco y con su auto– ridad jerárquica aprobó y protegió su forma de vida para que brillase con mayor claridad sobre su rostro el signo de Cristo pobre, humilde y entregado al servicio de los hombres, especialmente de los pobres. 3 Así, pues, amemos con el mayor afecto a la Igle– sia, meditemos en su misterio y participemos activamen– te en su vida y empresas. 8 1 Acordándonos de que san Francisco fue del to– do católico y apostólico, reverenciemos humilde y devo– tamente, como a un padre, al Romano Pontífice, a quien por el mismo voto de obediencia estiin los religiosos obli– gados a obedecer como a supremo superior. 2 Uniimonos tan1l1ic.:n, con reverencia y activa coope– ración, a los obispos como a sucesores de los apóstoles. 3 Honremos debidamente a los sacerdotes y a todos los demás que nos administran espíritu y vida, y pro– movamos con ellos diligentemente la salvación del pue– blo de Dios. 9 1 Amemos y obedezcamos con generoso corazón, como a sucesor del santo fundador v vínculo viviente entre nosotros v con la autoridad eclesiástica, al minis– tro general, co1~stituido para servicio y utilidad de toda la fraternidad. 2 Honremos también con amor y obediencia activa y responsable a los demás ministros de la fraternidad, ciados a nosotros por el Sefior como pastores y deposi– tarios de la confianza de los hermanos, para estar vincu– lados más estrechamente y con mayor seguridad a] ser– vicio de la Iglesia en espíritu de fe y en el amor de Cristo.

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