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36 CONSTTTl 1 CIONES. CAPITULO I a su fuerza preceptiva, las anteriores declaraciones pon– tificias de la Regla, exceptuadas aquéllas que se contie– nen en el derecho común vigente y en estas Constitu– ciones. -1 La misma Santa Sede reconoce, además, a los Ca– pítulos generales la facultad de acomodar oportunamen– te la Regla a las nuevas circunstancias de los tiempos, siempre que dichas acomodaciones reciban fuerza de ley con la aprobación de la Santa Sede: 6 l El seráfico Padre dictó su Testamento, cuando, cercano a la muerte, adornado con los sagrados estig– mas, lleno del Espíritu Santo, deseaba con mayor ardor nuestra salvación. 2 En él expresa su última voluntad y transmite la preciosa herencia de su espíritu. 3 Se nos dio para que observemos cada vez con ma– yor perfección, según el sentir de la Iglesia, la Regla que hemos profesado. -1 Por eso aceptarnos el Testamento como la primera exposición espiritual de la Regla y primordial inspira– ción de nuestra vida. ARTÍCULO II. Nuestra vida e11 la Iglesia 7 1 La Iglesia, sacramento universal de salvación o signo e instrumento de la unión con Dios y de la uni– dad de todo el género humano, aparece como pueblo de Dios que peregrina en el mundo. Este pueblo, consti– tuido por Cristo en comunión de vida, de caridad y de verdad, es enriquecido por el Espíritu Santo con multi– tud de dones o carismas, útiles a la renovación y más amplia edificación de la Iglesia.
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