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34 CO:-.iSTITl!CIONES. CAPITULO T 6 En todas las circunstancias de la vida sigamos el Evangelio corno norma suprema, leamos asiduamente sus palabras de salvación y, como la bienaventurada Vir– gen María, meditémoslas en nuestro corazón para que nuestra vida esté cada vez más informada por el Evan– gelio. 2 1 San Francisco, fiel discípulo ele Cristo e insigne modelo de vida cristiana, ense11ó a los suyos a seguir alegres las huellas de Jesucristo pobre, humilde y cruci– ficado para ser conducidos por él, que es el camino hacia el Padre, en el Espíritu Santo. :> Inflamados en el amor a Cristo, par::i asemejarnos mús a él, contemplémosle en el anonadamiento de la en– carnación y de la pasión y, al celebrar la Eucaristía en unión gozosa, p::irticipemos del misterio pascual gustan– do de antemano la gloria de su resurrección hasta que él venga. 3 Observemos con gran generosidad los consejos evangélicos, especialmente los que hemos prometido: la castidad consagrada a Dios; la pobreza, que para nos– otros es camino peculiar de salvación, y la obediencia caritativa. 3 1 El padre san Francisco, después de oír las pa– labras de la misión de los apóstoles dio principio a la fraternidad de la Orden de Menores para que, con su vida en común, diera testimonio del reino de Dios pre– dicando la penitencia y la paz con el ejemplo y con la palabra. 2 Para copiar la imagen del verdadero discípulo de Jesucristo, que tan maravillosamente apareció en él, afa– némonos por imitar a nuestro padre, por cultivar dili– gentemente su patrimonio espiritual con nuestra vida y
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