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20 REGLA DE LOS IIER\IANOS MENORES hermanos súbditos acuérdense de que por amor de Dios negaron las propias voluntades. Y por tanto firmemente les mando que obedezcan a sus ministros en todas las cosas que prometieron al Señor guardar y no son con– trarias a su alma y a nuestra Regla. Y dondequiera que estuvieren los hermanos, los que supieren y conocieren no poder allí guardar la Regla espiritualmente, deban y puedan recurrir a sus ministros. Y los ministros carita" tiva y benignamente los reciban, y tanta familiaridad tengan con ellos, que les puedan decir y hacer como los señores a sus siervos; porque así debe ser, que los mi– nistros sean siervos de todos los hermanos. Amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo que se guarden los hermanos de toda soberbia, vanagloria, en– vidia, avaricia, cuidado y solicitud en este mundo, de la detracción y murmuración. Y no se cuiden los que no saben letras de aprenderlas; mas atiendan que sobre to– das las cosas deben desear tener el espíritu del Señor y su santa operación, orar siempre a él con puro corazón, y tener humildad, paciencia en la persecución y enfer– medad, y amar a los que nos persiguen y reprenden y acusan, porque dice el Señor: Amad a vuestros enemi– gos, y rogad por los que os persiguen y calumnian. Bien– aventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Mas el que per– severare hasta el fin, éste será salvo. CAPÍTULO XI QUE LOS HERMANOS NO ENTREN EN MONASTERIOS DE MONJAS Mando firmemente a todos los hermanos que no ten– gan sospechosas compañías o consejos de mujeres, y que no entren en monasterios de monjas, excepto aquellos a los cuales de la Sede Apostólica es concedida licencia

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