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112 CONSTITUCIONES. CAPITULO IX 4 Movidos por el amor del Padre que ve en lo oculto y conscientes de nuestra minoridad, emprendamos con generosidad aquellos ministerios que difícilmente acep– tan otros, sin que busquemos en ello gloria alguna. Más aún, corno verdaderos testigos de Cristo, no temamos padecer persecuciones, calumnias o penuria, acordándo– nos de que el siervo no es mayor que su señor. 5 Según la gracia concedida a san Francisco de pro– clamar la conversión evangélica a ejemplo de san Juan el precursor, procuremos incitar a todos de continuo, en cualquier obra de ministerio y apostolado, a avivar la fe en Cristo salvador y promover el reino de Dios. 142 1 Los hermanos, consagrados al servico de la Iglesia, acostúmbrense a leer los signos de los tiempos, en los que los ojos de la fe vislumbran el designio divino, a fin de responder magnánimamente a las empresas apos– tólicas, a las exigencias de la evangelización y a las ne– cesidades humanas. 2 Promuevan las tradicionales obras de apostolado, corno misiones populares, ejercicios espirituales, la con– fesión sacramental de los fieles, el cuidado espiritual de las religiosas, especialmente las franciscanas, de los en– fermos y encarcelados y las obras de educación y pro– moción social. 3 Acepten también las nuevas formas de apostolado, dedicándose con especial solicitud a los hombres que, por sus condiciones de vida, carecen del cuidado pas– toral ordinario, como son, los jóvenes rodeados de pe– ligros en su vida cristiana, los emigrantes, los obreros, los agobiados por el problema económico y los perse– guidos por hostilidad u odio racial. 4 Con celo especial entablen diálogo de caridad, de 1 "d y de oración con los hermanos cristianos no ca-

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