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68 INTRODUCCION A LA MISTICA FRANCISCANA tar jerarquizadas, a saber: ser dueñas y soberanas de la parte inferior. San Buenaventura expone su pensamiento en la Collatio XXII, núm. 38. Es necesario emplear su mismo lenguaje para dar la fuerza propia que él da a la enseñanza : «Ad hoc autem faciendum necesse est ut dominetur eppetitibus phantasmatibus, occu– pationibus. Et tune est anima domina quando con– cupiscibili aufertur concupiscentia triplex; irascibili aufertur infermitas triplex; rationali aufertur error triplex; tune anima habet ímperium in regno suo et in tali anima Deus habitat. . . tune gratia facile levat animam et Deus ibi operatur ( 1) .» Ya el alma, señora de toda la parte inferior y jerarqtúzaáa «quantum ad virtutes superiores», se entrega fácil– mente a Dios porque lo que buscaba era eso; y al entrar Dios en posesión del alma y de su castillo interior obra según le place; ibi operatur. El alma es pasiva, aunque voluntariamente y por entrega y que– rer propio. En este estado el alma goza de la per– fecta contemplación, porque todo le está sujeto: Dios obra . .. y ella goza lo que obra Dios. A este punto llegó el Seráfico Padre San Francisco, de quien dice San Buenaventura: «Positus est .in exemplum perfectae contemplationis (2) .~ Esta contemplación es la de tránsito transformatt'.vo. Y añade que el Se– ñor suscitó este sublime modelo: « Ut omnes viros (1) Collation in Exameron XXII, núm. 38. (2) Itinerarium mentís in Deum, núm J (312).
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