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DE LA CONTEMPLACION 57 no estamos aislados en el tema que vamos a defen– det. El autor antes citado, a pesar de su punto de vis– ta confiesa que el Cardenal Brancanti, el Padre Tomás de Jesús, carmelita, y el mismo Padre Tempesti; con– ventual, juzgan deber enumerar a San Buenaven– tura entre los defensores de la contemplación activa además de la pasiva. Lo maravilloso es que los car– melitas defienden hoy, que la misma Santa Teresa, el mismo San Juan de la Cruz, tenidos por enemi– gos ele la adquirida, fueron de hecho partidarios de ambas contemplaciones. Los que tienen a San Buenaventura por contrario a fa contemplación adquirida se apoyan con tesón en las Co 1 llationes in Exameron, que no solo es libro ciertamente auténtico sino eminentemente místico. La Colación, ll., cuyo texto aduce el Padre Efrért y que trata de «plenitudine sapientiae», dice en el número 20: «Haec sapientia abscondita' est in mysterio. . . Sed quomodo? Si in cor hominis non ascendit quomodo comprehenditur ?» El citado teó– logo aduce las palabras de «mystica theologia» de Dionisio que trae San Buenaventura en dicho lugar: «Tu autem, oh Timotl}~e circa visiones forti actine ~ f, et contritione derelinquere... super omnem subs- tantiam et cognitione111 est ille · quem volo intellige– re. . . Et ibi est operatio, trascendens omnem inte– llectum, secretissima quod nemo scit nisi qui acci– pit», etc.. , . Sigue describiendo la contemplación al modo bonaventuriano y cualquiera verá que se trata realmente de la contemplación sobrenatural 'pa- Opinión se– gún San Bue– naventura.

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