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CONCLUSIONES DE LA ESéUELA FRANCISCANA 53 Es necesario no confundir los estados. Sería una temeridad de que no están libres muchos escritores modernos, predicar sin ton ni son que todo el mun– do puede ser contemplativo. Esa teoria, a nuestro juicio, ofrece innumerables peligros y seducciones; llevaría a muchas almas a un plano de ilusionismo lamentable. No se puede pretender entrar en las vías contemplativas sin haber recorrido las activas. Se– ría como querer escalar per saltum una 111Óntaña. Es posible llegar a sus cimas, ciertamente, pero no sin andar el camino del valle o de la f ~lda. «Qui enim volunt devenire ad excessum contemplationis prius debet se per lamenta poenitentiae exercere in statu actionis.-» Por eso el Seráfico Doctor empieza el capítulo de , su J tinerarium: «De gradibus ascensionis in Deum.» Di<l'amos de paso que la determinación de grados «de orden» es típica en nuestra mística y ascética donde hay tanta Escala de perfección, desde la Escala de San Juan Climaco, traducida del griego por Angel Clareno, O. M., hasta la de la Madre Agreda, últi– mamente editada por el señor Royo (D. Eduardo). San Buenaventura considera la vida integral del espíritu «como una iluminación de tres días» : «Hoec est igitnr via trium dierum in solitndine ( 1) , hoc est triplex illuminatio unius diei, et priina est sicnt vespera, secunda sicut máne, tertia sicut meridies, haec etiam respicit triplicem substantiam in Christo (1) Itiner., cap. I, núm. 3. La vida espi. ritual en gra• dos corno escala.
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